Dedicar unos minutos a relajarse es una buena costumbre, sobretodo durante el embarazo, ya que así eliminas la tensión diaria y acumulas descanso para, llegar al parto tranquila.
Levantarse de la cama de un salto porque no ha sonado el despertador, perder el autobús, no encontrar las llaves del coche o llegar tarde a una cita importante son situaciones por las que todos hemos pasado alguna vez y que generan estrés, un estado de tensión que altera todo nuestro organismo.
Esta situación de tensión se debe a la puesta en marcha de un mecanismo de defensa natural que se “dispara” de forma automática cuando tenemos que hacer frente a un momento difícil. Es una especie de señal de alarma que pone a nuestro cuerpo en estado de alerta y lo prepara para actuar: el corazón se acelera, la respiración se vuelve más rápida, los músculos se cargan de oxígeno, la presión sanguínea se eleva…
En realidad, se trata de un reflejo animal primitivo que se desarrolló hace miles de años, cuando luchar o huir eran las únicas opciones que el hombre tenía para responder a una situación que suponía una amenaza o ponía en peligro su vida. Una vez pasado el peligro, después de la lucha o la huida, la tensión se eliminaba y el organismo recuperaba su bienestar.
Por qué estamos tensos- El problema es que durante la gestación este mecanismo sigue funcionando (los cambios fisiológicos que experimenta nuestro cuerpo siguen siendo los mismos: el corazón se acelera, la presión sanguínea aumenta, los músculos se contraen y se preparan para luchar) pero la mayoría de las situaciones estresantes a las que hacemos frente no se resuelven luchando o huyendo, y nuestro cuerpo acumula tensión.
Evita el estrés- Esta situación, si se repite de forma continuada, provoca un desgaste perjudicial para nuestra salud. A nivel emocional lleva a la ansiedad, irritabilidad, cambios de humor… y a nivel físico puede favorecer el desarrollo de algunos trastornos si existe predisposición, como hipertensión, dolores musculares, jaqueca, caída del cabello, trastornos del aparato digestivo o de la piel. Muchos de estos problemas son frecuentes durante el embarazo, a causa de los cambios hormonales que se producen. Por ello, conviene evitar las situaciones de estrés si no queremos exponernos a acentuar los problemas.
La solución, en tus manos. Pero ¿cómo…? Bajando el listón: disminuyendo el ritmo de trabajo y tomando las cosas con calma y buen humor. A veces es sólo cuestión de actitud. De todas formas, es posible que más de un día nos sintamos desbordadas (muchas mujeres embarazadas se exigen un rendimiento muy alto, precisamente por esa causa). En ese caso, lo mejor que podemos hacer es “darnos un respiro” y dedicar unos minutos al día a hacer alguna actividad que nos guste, como nadar, pintar, leer un buen libro o relajarnos con ejercicios apropiados… Además de ser gratificantes, nos ayudarán a eliminar la tensión.
Antes de empezar a practicar los ejercicios de relajación, debes tener en cuenta los siguientes puntos para que la sesión sea un éxito:-Hay que escoger un lugar tranquilo y silencioso donde no puedas ser molestada. Cierra la puerta, descuelga el teléfono y apaga el equipo de música para evitar las interrupciones.-Utiliza ropa cómoda, que no te oprima y te permita moverte con libertad.-Estírate todo lo que puedas, como si quisieras crecer a lo largo y a lo ancho. Desperezarse proporciona una sensación de bienestar que facilita el relax.-Realiza varias respiraciones profundas. Hay que coger aire y expulsarlo, lentamente, notando cómo se hincha y se deshincha el abdomen. Con la inspiración la caja torácica se expande, y con la espiración la pared abdominal se alisa. Para comprobar si lo haces correctamente, coloca las palmas de tus manos sobre el vientre.-Cierra los ojos sin arrugar el entrecejo. Ello favorece la concentración y permite percibir mejor las sensaciones.-Realiza todos los movimientos tranquila y sin prisas. No se trata de hacer gimnasia, sino de relajarse. No te exijas demasiado, ni intentes que te salgan todas las posturas a la primera.
Coge fuerzas para el parto
Los ejercicios de relajación son beneficiosos para todo el mundo, pero especialmente para las mujeres embarazadas, ya que:
-Permiten conocer mejor el propio cuerpo y aceptar los cambios sucesivos que la gestación provoca.
-Al tonificar los músculos y relajar la zona pélvica, facilitan la dilatación cuando llega el momento de dar a luz.
-Es una gran ayuda para mantenerse descansada y relajada el tiempo que media entre las primeras contracciones y el alumbramiento.
-Contribuyen a aliviar las molestias y el dolor de parto.
-Permiten estar más descansada, tanto física como mentalmente.
-Ayudan a superar el nerviosismo y la ansiedad que todas las mujeres experimentamos en el momento del parto.
-Despejan la mente y hacen que nos resulte más fácil colaborar con el médico.
-Proporcionan un bienestar físico y psíquico que es percibido por el bebé.
-Permiten mantener el control y no perder la calma ante las complicaciones.
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